Infecciones Vaginales

Si ya fastidia tener la menstruación en vacaciones, una infección vaginal aún complica más la situación. Pero si es tu caso y te da por un ataque de victimismo del tipo: “¿Por qué a mi?” debes saber que se trata de un problema estival muy frecuente, que afecta a un 75% de las mujeres al menos una vez en su vida. Y de ellas, la mitad suelen tener un segundo episodio.

No es que la cifra anime  – como dice el refrán: “mal de muchos, consuelo de tontos”– pero siempre despierta la solidaridad femenina. Y como a las mujeres nos gusta compartir, contarlo a las amigas siempre ayuda. El problema es que no es un tema que puedas comentar en público, lo que te obliga a inventar excusas poco creíbles: “No, hoy tampoco me apetece ir a la alberca”, y a no bajar la guardia: “¿hay baños cerca de la playa?”. Y si vas en grupo y con niños que suelen preguntar “¿por qué no nadas?”, acaba enterándose hasta medio mundo.

Por no hablar del sexo, ya que por mucho que tu pareja ponga cara de póker, los dos sabes que “toca abstinencia”. En resumen, que aunque parezca un problemilla sin importancia, te impide disfrutar del verano. Pero ¿por qué aparecen? Y, lo que es aún más preocupante: ¿por qué se repiten?

La vagina es un ecosistema en el que habitan una gran variedad de microorganismos.  Los lactobacilos son los más abundantes. Su presencia es beneficiosa y mantiene el equilibrio interno, ya que producen ácido láctico y otros compuestos antimicrobianos que evitan la proliferación de gérmenes patógenos. Pero cuando este equilibrio se altera, puede aparecer una infección. Las más frecuentes son las candidiasis (más del 80% de los casos).

El consumo de antibióticos o de algunos medicamentos de manera prolongada (como corticoides), un exceso de higiene local o el uso de productos cosméticos que no respeten el pH natural de la zona, los cambios hormonales como los que conlleva el embarazo, la menopausia, la toma de anticonceptivos y algunas enfermedades como la diabetes pueden favorecer su aparición.

Aunque no siempre se pueden evitar, sí podemos tomar algunas medidas para prevenirlas y facilitar su curación:

1. No te automediques. Muchas veces, y más si estás de vacaciones, vamos a la farmacia más próxima o recurrimos a la automedicación. Un mal hábito, ya que para tratarlas adecuadamente hay que precisar el tipo de infección, algo que solo puede determinar el médico.
2. Atenta a los síntomas. Un flujo irregular (más espeso y blanco o grisáceo), de olor desagradable, escozor, ardor al orinar o al tener relaciones sexuales pueden ser síntomas indicativos.
3. Evita la humedad. No permanezcas con el traje de baño mojado de forma prolongada (ten siempre a mano otro bikini de recambio) ni muchas horas en remojo en la alberca o jacuzzis.
4. Control y seguimiento médico. En general no suelen tener consecuencias, pero es importante tratarlas bajo control médico y hacer seguimiento -especialmente si estás embarazada-, ya que de lo contrario tardan en curarse o pueden reaparecer.
5. ¿Pastillas, cremas o supositorios vaginales? Este tipo de infecciones se pueden tratar con medicamentos antifúngicos o antibacterianos, que se presentan en diferentes formatos. La elección de uno u otro depende de cada caso y de la gravedad de la infección, por lo que siempre hay que consultar al médico.
6. Transpira. Usa ropa interior de algodón. Olvídate de la seda, la tanga y la ropa sintética o de encaje ajustada. Estos materiales suelen incrementar la sudoración, y más en verano. No abuses de las toallas diarias o panti protectores, y, si estás en tumenstruación, cambia con frecuencia la toalla sanitaria, el tampón o copa menstrual, sobre todo si te nadas o te bañas. Si tienes una infección vaginal, evita en lo posible el uso de tampones y usa toallas sanitarias de algodón.
7. Toma prebióticos. Incorpora a tu rutina productos ricos en Lactobacillus, que favorezcan la repoblación de tu flora vaginal. Consulta a tu ginecólogo/a o farmacéutico cuál puede ser el más adecuado.