Seguro que has oído hablar del suelo pélvico y que más de una amiga te habrá dicho: “fortalecer el suelo pélvico previene trastornos como la incontinencia urinaria”. Tiene razón, no está diciendo ninguna tontería, pero definamos primero qué es el suelo pélvico para entender cuáles son sus funciones y así analizar cómo y por qué debemos ejercitarlo.
¿Qué es el suelo pélvico?
El suelo pélvico es un conjunto de músculos que se sitúan en la base de la pelvis y que, en el caso de la mujer, sostienen el aparato digestivo, urinario y reproductor para que puedan funcionar adecuadamente. Concretamente, ayudan a que nuestro sistema genitourinario esté en forma.
Cuando el suelo pélvico está debilitado o poco tonificado suele provocar:
- Hinchazón o dolor en la vagina.
- Necesidad constante de orinar.
- Pérdidas de orina al toser, estornudar, reír…
- Dificultad por empezar a miccionar o dolor al orinar.
- Infecciones recurrentes del tracto urinario.
- Descenso de los órganos ubicados a la altura de la pelvis.
- Dolor lumbar.
- Disfunciones sexuales.
Si tienes alguno de estos síntomas, es importante que acudas a un ginecólogo o fisioterapeuta especialista del suelo pélvico para que pueda hacerte un diagnóstico. Es importante valorar en qué estado está tu suelo pélvico ya que puede generar molestias tanto si está debilitado como si está demasiado contraído. En función del diagnóstico, el especialista te dará unas pautas para aliviar los síntomas.
¿Por qué se debilita el suelo pélvico?
Los factores que pueden debilitar el suelo pélvico son varios. En la mujer, sin duda, las diferentes etapas vitales que vamos viviendo nos afectan de manera directa al suelo pélvico. En este sentido, el embarazo, el parto vaginal y el postparto tienen un impacto directo en la salud del suelo pélvico pudiendo dañarlo y provocar atrofia y sequedad vaginal. Otra etapa en la que el suelo pélvico puede verse debilitado es con la llegada de la menopausia.
Sin embargo, también hay factores de riesgo externos como la práctica de deportes de alto impacto como el running o el pádel, por ejemplo, que pueden provocar incontinencias urinarias; el estreñimiento; la vida sedentaria, entre otros.
Consejos para cuidar el suelo pélvico
El primer consejo que te daríamos para cuidar tu suelo pélvico es que tomes conciencia. Parece básico, pero lo hacemos muy poco. Escuchar nuestro cuerpo, conectar cabeza y suelo pélvico, es esencial para detectar síntomas que están alertando de que algo no va bien. Si tienes pérdidas de orina, sientes cierto dolor lumbar, las relaciones sexuales han cambiado… No dudes en acudir a un especialista del suelo pélvico. Esto sí, para ser consciente deberás conocerte y esto implica tocarte y observarte. Te animamos a que cojas un espejo y te explores.
El segundo consejo sería que escucharas tu cuerpo para orinar y defecar cuando tenga necesidad. No retengas las ganas de orinar como hábito porque dañarás la vejiga provocando alteraciones más grandes.
Por último, te recomendaríamos poner en práctica ejercicios de Kegel ya que te ayudarán a activar la musculatura del suelo pélvico. Los ejercicios de Kegel se basan en la contracción voluntaria de la musculatura del suelo pélvico para fortalecerlo. Para ello, utiliza un ejercitador pélvico que deberás introducir en la vagina (si te resulta complicado utiliza nuestro lubricante Mucus para facilitar la introducción) y contrae durante 5 segundos. Seguidamente, relaja, y repite este ejercicio 10 veces. De esta manera, conseguirás activar la musculatura del suelo pélvico.